El tema de la edición 2018 del Workshop Internacional que se desarrolla en la FAPyD junto al Instituto Universitario de Arquitectura de Venecia es «El bien arquitectónico y paisajístico como catalizador de identidad cultural». Tendrá lugar del 18 de junio al 6 de julio en nuestra Facultad.
A partir de este año, se presenta por primera vez el «W.A.Ve. en el extranjero», una serie de workshops de proyecto que se llevarán a cabo simultáneamente en lugares geográficamente distantes, en los siguientes sitios asociados: Serbia, Albania, Grecia (Creta), China, Ruanda y Rosario. Estos talleres extra W.A.Ve. abordarán el mismo tema declinado sobre las realidades locales, lo que permitirá ampliar el debate a escala global.
«El bien arquitectónico y paisajístico como catalizador de identidad cultural»
Conservar el valor de la permanencia, a pesar de todo cambio inducido, es una forma evolucionada y actual de responsabilidad cívica y proyectual. Los edificios individuales, porciones de ciudad con reconocido valor patrimonial arquitectónico y las áreas de interés paisajístico constituyen una gran incógnita en nuestro país, así como un bien en constante peligro. Demasiados fenómenos nuevos los involucran: desde la ocupación abusiva que los despoja, al abandono y consecuente degradación que los destruye; del incipiente desarrollo turístico que los coloca bajo una nueva luz como recurso emergente, a su necesario aggiornamento funcional y técnico que éste mismo fenómeno solicita.
Los bienes arquitectónicos de interés patrimonial, aunque aparezcan sin cambios en lo que concierne a su aspecto externo, son hoy profundamente diferentes de un pasado reciente, aunque solo sea por el hecho que todo ha cambiado a su alrededor y en ocasiones dentro de ellos mismos. Muchos de los términos que definen los objetos considerados patrimonio cultural han sufrido una transformación a lo largo de los años.
Este hecho es también un indicador de la evolución conceptual que ha informado el debate internacional contemporáneo sobre este tema. Así como la noción de bien cultural ha evolucionado a partir de aquélla de «cosa de arte» o de «antigüedad y bellas artes», así, aquélla de bien arquitectónico ha evolucionado desde aquélla de «monumento». Con esta palabra (del latín monere, admonir, recordar, enseñar) se le atribuía valor a las presencias arquitectónicas relevantes por sus referencias artísticas e históricas.
Con los años, hemos pasado a la noción de bien generalizado que le reconoce también valor a la llamada arquitectura menor, a los vínculos entre los bienes arquitectónicos individuales y los contextos. Esta nueva concepción del bien arquitectónico se ha formado de la mano de una nueva visión de la historia que ya no es idealista, como referencia sólo a eventos cruciales, sino que se entiende de una manera más articulada, abierta al estudio de la sociedad como un todo y también atenta a aspectos de la cultura material.
Surge de este modo la atención e importancia de los edificios, incluso humildes pero aún históricos, que rodean las arquitecturas monumentales; esto implica una admisión implícita de valor a los contextos y las relaciones históricas entre las partes. Además, se identifica –en aquellas realidades con una presencia relevante por cantidad y cualidad de bienes- como una nueva categoría de patrimonio a los centros históricos: estructuras de asentamientos urbanos que constituyen la unidad cultural o la parte original y auténtica de los asentamientos.
Vale la pena recordar que son también considerados patrimonio arquitectónico y cultural los jardines, parques anexos a grandes propiedades nobles, huertos y jardines botánicos, parques urbanos, áreas verdes incluidas en sitios arqueológicos, así como pequeños jardines privados, claustros y patios, cementerios, siempre que los mismos se caractericen por su relevancia artística.
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