La casa del doctor Curutchet parecía un lugar de peregrinación. Impecablemente blanca, sus aristas se recortan netas contra un cielo limpio y azul. Sus planos reflejan la luz del sol y las sombras del brise soleil se proyectan sobre la terraza, repleta de ruidos y colores, provenientes de los cientos de estudiantes de arquitectura que la visitan durante los tres días del XXXIV Encuentro de Facultades y Escuelas de Arquitectura Públicas de América del Sur. Lo preceden 33 encuentros y 18 congresos, lo conforman 29 facultades y escuelas públicas de arquitectura, participan 600 estudiantes en el Taller de ideas 2015, y 500 en el Taller Virtual en Red, 101 proyectos presentados para el Premio José Miguel Aroztegui, 29 para los premios en investigación, y 21 para el premio en extensión. Conferencias, exposiciones, publicaciones, ponencias, y las reuniones de profesores de planeamiento y urbanismo, de los tres grupos permanentes y del consejo de decanos, todo en simultáneo en la ciudad de Pedro Benoit y en la casa de Le Corbusier. Omnipresentes en todo momento, mientras caminamos por las diagonales de plátanos pelados, y pasamos delante de la mítica casa que fuera vivienda y consultorio del doctor Pedro Domingo Curutchet [1901-1989], hacia ese otro mito que es la Universidad de La Plata, fundada por el riojano Joaquín V. González [1863-1923]. Todos están presentes en este Arquisur, cada uno con su obra: una ciudad, una universidad, y una casa de 180 m2. Cuestiones de escala que no aumentan ni disminuyen la significación de cada una. Y todas son el resultado de la modernidad.
Benoit y Le Corbusier. Uno formado al uso de la época, como discípulo de su propio padre, el arquitecto, ingeniero y topógrafo francés Pierre Benoit, y en el Departamento de Ingenieros de la provincia de Buenos Aires, al que ingresa a la edad de 14 años. El otro, nacido en el mismo año en el que se iniciaba en París la construcción de la Torre Eiffel y en La Plata la del Teatro Argentino, prácticamente autodidacta. Ninguno tenía título, sin embargo los dos dejaron obras maestras que marcaron para siempre el destino de la ciudad: ser un referente para todos los urbanistas y los arquitectos. Benoit comprometido con ella: planificador, proyectista, intendente también. Le Corbusier nunca estuvo en La Plata: no por eso fue menos capaz de entender el sitio, y dotarla de una pieza magistral.
Cada Arquisur tiene lo suyo. Y este tuvo a la casa del doctor Curutchet. Los estudiantes hicieron colas larguísimas para poder ver y tocar su interior. Seguramente con el tiempo tendrán la oportunidad de ver la Ville Savoye, o tal vez de ir a Ronchamp, o quizá Sainte Marie de La Tourette. Pero para experimentar la magia de Le Corbusier no hace falta ir a Francia. Está en La Plata esperándonos.
La casa del doctor Curutchet ha sido propuesta para ser declarada Patrimonio de la Humanidad por parte de la UNESCO. Y el Consejo de Decanos de Arquisur, durante el XXXIV Encuentro, adhirió con una declaración de apoyo. Si la propuesta prospera, si la casa de Le Corbusier es declarada patrimonio de la humanidad, se asegurará que no solo estos, sino todos los estudiantes de arquitectura de la región, tengan la oportunidad de aprender de ella. Y de la ciudad que la contiene.
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