X Víctor Cittá Giordano
Los colores brotaban de los movimientos entusiasmados de las manos y se revelaban como en un caleidoscopio sobre las bases de cartón. Al agregarles agua en cantidades aleatorias, las témperas se combinaban y, inclinando manualmente los cartones-una vez hacia la izquierda y después a la derecha- formaban pequeños ríos bicolores con volumen. A eso se le agregaban manchas haciendo correr los dedos por la superficie y la imagen se completaba con el apoyo de un relato del autor: un niño de 7 años que interpretaba el concepto de los derechos humanos que pocos minutos antes les habíamos explicado. Las gráficas infantiles deben tener una lectura más allá de lo que el imaginario adulto entiende. En la mayoría de los ámbitos académicos se sigue encasillando entre las gráficas malas y las buenas basados en paradigmas impersonales. Hay otra clase de mirada que intenta descubrir por fuera de esa frecuencia: la expresión es una manifestación del Ser muy personal que adquiere calidad mientras más independiente y despojada es. La expresión de los niños es la que más se ajusta a estas cualidades simplemente por estar menos contaminada, es genuina, sincera y tiene todo el tiempo por delante para hacerla a su modo. Se expresa en el aquí y ahora. Tienen más que ver con la vida real.
Sabiendo que nuestros sistemas educativos, tradiciones familiares y culturales, se encargan de anular estas capacidades durante el crecimiento con bastante éxito, tanto así que contados ejemplos son los que mantienen en la piel estas vivencias hasta llegar a la edad adulta preferí personalmente colaborar en la organización de una jornada de gráfica infantil en el marco de la Semana de la Memoria por la Verdad y la Justicia, ya que apostamos a enseñarles a los más chicos lo que deben preservar en su futuro próximo en vez que a los mayores. De estos últimos se encargarán los mismos niños cuando lleven estas experiencias a su casa.
La exposición de estos trabajos infantiles formó parte de la muestra colectiva surgida de la convocatoria abierta que realizó la Secretaría de Extensión Universitaria de la FAPyD, que en esta oportunidad ofreció un profundo homenaje a María Victoria Gazzano Bertos. Hoy rondaría los 60 años pero a los veintidós sufrió una de las atrocidades más severas a las que la última dictadura militar cobarde nos tuvo acostumbrados: mientras cursaba en nuestra Facultad de Arquitectura fue secuestrada, torturada y asesinada. Reconocidos sus restos por los equipos de Antropología forense durante el año 2011, la Secretaría de Extensión Universitaria decidió mantener y reforzar el concepto base de no olvidar lo sucedido por medio de una serie de acciones que acompañaron a la muestra citada con la creación de un concurso ideas para estudiantes que diseñarán un espacio público abierto en la ciudad universitaria en su memoria, y una placa recordatoria en el Hall de la facultad con su nombre junto a las placas que ya están instaladas allí de los estudiantes y profesores que sufrieron el mismo destino.
Totalmente alejados de un acto común, las imágenes y los colores libres y desenvueltos fueron el espíritu justo de un multitudinario encuentro para mitigar el dolor.
Paralelamente, y por esos días, tuve la fortuna de entrevistar al arquitecto rosarino Jorge Jáuregui. En un momento de la charla, mientras buceábamos por sus orígenes me describe esta escena:
«…Llegaba a casa y ya desde lejos comencé a divisar que había soldados apostados detrás de los árboles apuntando hacia la vereda de mi casa, pero no tenía la seguridad de que el tema era con nosotros. Así que seguí de largo hasta llegar a un teléfono por el que pude comunicarme con mi padre, quien me certificó que – en efecto- mi casa era la que había sido visitada.
-…si, es un allanamiento- me confió en voz baja-, y están rompiendo hasta las camas en busca de armas…
Nunca hubo armas, nunca encontraron nada…pero nos buscaban. Y fue tal el acoso que decidimos irnos. Mi mujer y mi hijo hacia Córdoba, yo luego a Brasil. Con lo puesto, el pánico y los recuerdos…ni nada para leer, ya había sido todo enterrado con anterioridad porque cualquier atisbo de pensamiento era una sentencia de muerte en esas reglas de juego metidas a la fuerza. «
En la Grecia antigua, la sentencia del destierro fue una pena de las peores que se le podía aplicar a una persona porque el daño psicológico era continuo, una yerra invisible que se manifestaba en el encuentro con cada nuevo lugar, a la primer conversación, el desamparo de no encontrar ni una marca propia de aquí en adelante simplemente porque te habían quitado el pasado pero a la vez se te revelaba en la mente día a día. A pesar de todo, el auto exilio o exilio inducido, era la única alternativa posible de sobrevida para poder decir algo más adelante.
En un primer tiempo, Jáuregui recorre la ciudad de Río de Janeiro en una frecuencia de supervivencia: visita numerosos estudios ofreciendo sus servicios hasta toparse con el maestro Villanova Artigas , quien lo recibe afectuosamente y, si bien no tiene cupo para el en su oficina, le ofrece una de las enseñanzas más necesarias en momentos como los que Jorge estaba transitando : descorre una de las mangas de su camisa y le hace ver las huellas que el terrorismo de estado brasilero le había impreso en la piel. “No te preocupes por este presente que estás viviendo, ya va a pasar…hay que mirar más allá, y seguir adelante”
Cuáles son los puntos que distinguen la acción de planificación urbana que Jáuregui imprime respecto de otros planteos ensayados? A primera vista son numerosos y sin lugar a dudas el destaque del oficio de arquitecto urbanista, pero si observamos más allá de los planos y mapas, sobresale un grado supremo de sensibilidad con todos los condicionantes que juegan en este campo, sobretodo el que tiene que ver con la vida de los destinatarios de su pensamiento proyectual.
Jáuregui es una gran mezcla de oficina y calle. Sabe leer la carencia y el error. Milita y proyecta. Le dice al habitante de la favela que él tiene el derecho a más cosas que una simple vivienda, que el puente debe ser para un tren y no para el habitante, sabe escuchar ( que no es oír sino recibir-procesar- proponer) las demandas que se le presentan, y sabe situar de los cánones arquitectónicos/urbanos en los momentos que correspondan. Puede absorber la simple frase del habitante común que le dice “mi barrio es feo”. Para entender los resultados obtenidos se debe entender lo que sucedía en los años precedentes…por eso el diagnóstico del caso es más del 60% de la actividad. En urbes que tienen sectores de crecimiento constante e informal, el diagnóstico de campo es vital porque se está subsanando la falta de planificación, pero esta nueva acción a la vez debe estar comprendida en una mirada más amplia que es la de una planificación macro a futuro.
Estas intervenciones parciales van produciendo un efecto de unión entre los distintos sectores urbanos con falencias. Las plazas son de tamaño controlado tanto como para que los vecinos sientan su pertenencia y la mantengan , a la vez que puedan recibir a los vecinos del vecindario o club cercano y entrecrucen experiencias deportivas, culturales o simplemente las del día a día. El barrio ya no es feo aunque esté renovado porque se tomaron hasta las gamas de colores de las casas anteriores o de los referentes culturales propios de los habitantes, como lo son allí las Escolas do Samba, y no de imágenes globalizadas trasplantadas.
Quizás se deba explorar por el lado de las vivencias terribles que Jorge comentaba más arriba para comprender él porque del éxito en las intervenciones logró en la urbanidad de Río y que lo haya transformado en una referencia de consulta casi sin discusión para un sinfín de gestiones urbanas a lo largo y ancho de toda nuestra Latinoamérica como de nuevos reordenamientos en ciudades del otro lado del Atlántico.
Así como el color de la frescura infantil debe ser preservada para evitar volver a caer en la oscuridad vivida, la memoria de la experiencia de vida debería ser más contemplada a la hora de aportar la profesionalidad de nuestra intervención en la elevación de la calidad de vida de los menos favorecidos en el reparto. Como lo han hecho los niños en la muestra, como lo hace Jáuregui en la tierra que lo adoptó.
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